El día sábado 18 de junio de 2006 es un día que difícilmente será olvidado, ya que ante un teatro lleno, Jorge Campos se despidió del grupo Congreso. Tras 20 años de una historia conjunta, Jorge Campos, se marchó. El show de la noche de ese sábado en el Teatro Oriente de Santiago constituyó su adiós al público chileno y también al Congreso. Los nuevos desafíos profesionales y musicales, le exigían cerrar el ciclo con Congreso y partir para dar curso a nuevos proyectos solistas en Inglaterra.
Federico Faure es el llamado por Tilo para formar parte de la nueva formación de Congreso.
Jaime Atenas se escabulle para agarrar su cámara mientras su viejo amigo Francisco Sazo, vocalista de la banda Congreso, saca su cuadernito de apuntes. Atenas, saxofonista y a la vez fotógrafo, aprieta y captura los momentos íntimos de la agrupación, cuando están en un ensayo o minutos antes de salir al escenario.
Además se realizó un foro, moderado por el experto en música Fabio Salas, el 15 de agosto de 2007 en la misma Estación Mapocho y se realizó una celebración animada para la presentación del grupo, el día 17 de agosto, a las 21 horas, en el mismo recinto de la exposición.
La tocata hizo un largo recorrido desde su primer disco “El Congreso” de 1971, hasta temas de la próxima nueva producción que se titularía “Con los ojos en la calle”.
El músico con vocación de fotógrafo reía al confesar que incluso sus mismos compañeros estaban con una gran incertidumbre sobre la muestra al no conocer a cabalidad la selección. Tuvieron en vitrina grandes momentos en fotos inéditas con personajes como Nicanor Parra, Gilberto Gil y Pedro Aznar, con quien han tocado en una serie de oportunidades.
Pancho: Un grupo es una extraña alquimia que a veces resulta.
La experiencia de Congreso corre durante 38 años activa y, a pesar de todas las dificultades, con bríos de continuidad en el complicado camino de la independencia. Con casi una veintena de trabajos, rica en matices, poderosa en letras profundas, por las filas de Congreso han pasado los músicos más destacados del país (Joe Vasconcellos, Ernesto Holman, Renato Vivaldi y Jaime Vivanco, entre muchos otros) y los que están reúnen una experiencia y un conocimiento tales que servirían para hacer –como dijo el inefable Ricardo Montaner luego de escucharlos en Viña durante el año 2005- una “universidad de la música”.
Pancho, alguna vez comentaste que el concepto del grupo era como una frase del poeta Jorge Tellier: “Mi poesía no es para mí ni para ti, sino para la niña que nadie saca a bailar”...
Pancho: Sí, creo que esa ha sido la clave de Congreso. Todos en la vida alguna vez somos esa niña que nadie saca a bailar. Los viejos se vuelven más viejos, se te caen los dientes; los jóvenes son ultrajados por una sociedad que los comprende mal o les pone prisa para que entren al sistema; las mujeres son maltratadas por un machismo antiguo; no hay reconocimiento a las diferencias sexuales, todavía hay gente que no puede decir que es homosexual; en fin, todos somos la niña que nadie saca a bailar, entonces llega el momento en que uno quiere estar al medio de la foto. Y eso es lo que a veces nos gusta captar como grupo, temas o personajes que no siempre están en la canción popular, de la forma en que la industria cultural entiende a la canción popular. “La loca sin zapatos”, por ejemplo, es la historia de una persona que quiere bailar, que quiere ser famosa y quiere salir en la tele, en una alegoría de los sueños que venden los medios de comunicación. Muchas de nuestras canciones son reflejos de esos enamoramientos pasajeros que uno tiene en la vida con personas o con sueños y que tan bien describe Teillier en su poesía. Yo nací en Quilpué, una ciudad de boxeadores fracasados y eso es lo que somos todos. Todos queríamos escribir un libro, no pudimos; queríamos que nuestros hijos, no sé, llegaran al Everest, pero se cansan cuando salen a la esquina; en fin. Esa es la vida cotidiana. Y lo que hemos buscado es transformar la vida cotidiana en un sujeto de reflexión. Creemos que, dentro de todo, es una tarea bonita.
¿Y qué se puede seguir esperando de Congreso?
Pancho: Aunque suene cliché, lo cierto es que ojalá podamos seguir maravillándonos nosotros mismos con lo que hacemos, de manera que con ese entusiasmo podamos maravillar a otros. Si eso no pasa, mejor es irse para la casa. Hay que seguir haciendo discos y seguir creando cosas, seguir componiendo y seguir buscando nuevos caminos.
¿Cómo se sobrevive en un país en donde no hay una infraestructura estatal que fomente cien por ciento la cultura y en donde el mercado, como dijo una vez un presidente, es tan cruel?
Pancho: Creo que estamos creciendo de a poco. Me parece que el Estado se está preocupando algo más de lo que ocurría años atrás, pero –claro- siempre es insuficiente. Y lo veo sobre todo para los jóvenes. Los tipos que quieren dedicarse a la música hoy tienen muchos medios técnicos, pero muy pocas maneras de llegar al público. Y eso es básico: la música y la poesía secretas no existen. Los grupos deben mostrarse para ser evaluados. En el caso nuestro, por ejemplo, todos tenemos otro oficio y, además, tenemos “doble militancia”. La mayoría de nosotros somos profesores universitarios, muchos tocan en otros grupos y me parece que ese es el camino del mundo independiente. Ser artista hoy es algo muy, muy difícil. Realmente me descubro ante los tipos que lo han hecho, que se la han jugado toda su vida y que aún están en eso.
¿Y esa dinámica de compartir con otras agrupaciones y actividades ha potenciado o ha debilitado a Congreso?
Pancho: Es que los hombres no somos criaturas unidimensionales. Creo que esa dinámica le hace bien a toda experiencia humana, se traen aromas de otras casas y eso va enriqueciendo la convivencia y la creación. Es un poco lo que decía un famoso entrenador de fútbol, no me acuerdo si Jorge Valdano o César Luis Menotti, cuando le preguntaron una vez qué les exigía a sus jugadores y dijo “que lean poesía”. O sea, se trata que mientras más ventanas tenga uno, hay más paisajes. Ahora, claro, si eso va separando a la gente al final no es bueno, obviamente todo tiene que ser algo dosificado.
Pero a pesar de ese periplo independiente y de la complejidad de ser artista en Chile, lo cierto es que no se puede decir que Congreso no sea una agrupación reconocida por el público...-
Pancho: Ah, no, por supuesto que no... La verdad es que somos muy reconocidos. En los recitales hasta yo me maravillo de eso y es que, claro, ya estoy en la edad de la vergüenza ajena al verme arriba de un escenario. Es una especie rara de desdoblamiento, sé que todo artista es histérico desde el punto de vista psicoanalítico. Pero me veo en un escenario y digo “no, no puede ser”, después me meto en el recital y no hay problemas, pero siempre estoy muy nervioso antes de entrar a cualquier presentación, me da un cosquilleo, pero la gente -de todas las edades y de todos los grupos sociales- que va a nuestras presentaciones nos da un apoyo muy poderoso, que sirve para reconfortarse y dar gracias por ese aprecio. A mí me paran en la calle, a veces me dicen “estuviste bien” o en otras oportunidades me paran para sacarme la madre, pero todo eso lo hace crecer a uno, te hace manejar el ego de manera equilibrada...
Y es algo que, dado el contexto que comentamos, no deja de ser meritorio…
Pancho: Sí, creo que es algo muy bueno, que se premie el hecho que un grupo tenga más de 38 años. Hay un reconocimiento a la edad, al peso de los años.
¿Están con las ganas de perdurar por muchos años con nosotros?
Pancho: Yo le agradezco sus palabras, pero realmente véanos, obsérvenos (risas). Uno cuando se sube a este tren, hay un proverbio chino que dice que es fácil montar un tigre, el problema es bajarse. Entonces un no sabe (sobretodo en la música), con lo que nos ha tocado vivir uno sabe cuándo se acaba el show pero a gracia es esa… es como los matrimonios donde usted sigue hasta que… muere (risas), o sea, hasta que le dicen un día en la mañana: ahí está tu maleta y tus cosas. Esa es la idea, lo que uno haga en música, lo que queda es eso, los tipos pasamos. Basta mirar la exposición fotos de Congreso, ver estas fotos es como entrar al tunel del tiempo. Pero esa es la gracia. No tenemos claro si nos vamos a ir mañana o pasado, la idea es seguir.
Tú eres filósofo y desde ese punto de vista nos gustaría saber cómo evalúas las letras de la canción popular hoy en el país y su reflejo de la realidad.
Pancho: Hay varias tendencias. Lo más cercano es la descripción de estados de ánimo. Aún tenemos la visión de los años 70, que es la tentación de ser buenos para mandar recados, en el sentido que hay un mayoritario tipo de letras en el que hay una suerte de adelantado que cuenta su verdad y que dice qué hay que hacer. Pero si analizamos más ampliamente, nos encontramos con que –más allá de lo que se toca habitualmente en las radios- hay una multiplicidad de voces que necesitan expresarse, con temas que no siempre son pensados. Por ejemplo, creo que hay que escuchar muy atentamente las letras del hip hop; hay que sentarse a escuchar a Mauricio Redolés, uno de los grandes poetas chilenos contemporáneos, que siempre ha entregado un diagnóstico crudo y potente de nuestra realidad, trabaja en las cárceles, tiene definitivamente otro pálpito; hay que ponerle atención a Álvaro Henríquez, ese tema que hizo con Los Pettinellis que es de garabatos más de alguno puede decir que hay ausencia de letra, pero es justamente lo contrario; nosotros mismos tuvimos la suerte de grabar algunas letras de Nicanor Parra. En fin, creo que en materia de letras hay material para “bañar yeguas”, como dicen en el campo. Lo que creo que dificulta de repente al público es creer que la letra de una canción es una vida completa. Lo cierto es que, para mí, lo importante de una letra y de una buena melodía es que cuenten una historia que suene auténtica, no que haya sucedido, si no que logre involucrar a quien escucha y que le haga una propuesta, que lo deje maravillado.
¿Cómo observas el tema de la duración de las bandas hoy? Los Prisioneros se separaron no con pocos traumas, Los Pettinellis no duraron más que un disco, en fin, ustedes en cambio llevan más de tres décadas juntos...
Pancho: Bueno sí, somos contemporáneos de Los Jaivas, venimos en realidad de un tiempo hippie, pero después de eso nos tocó un tiempo duro, la dictadura y, claro, esa cuestión te marca. En general, creo que hoy existe una especie de prisa, de llegar luego; las mismas sustancias que toman los jóvenes tienen que ver más con la ansiedad que con la paz interna, se quiere entrar luego a pololear, a vivir experiencias. Yo más bien me considero un cuma de plaza, un tipo de estación de tren que llega temprano, pero que le gusta ver cómo se sube la gente, cómo se baja. Y es que, en general, el carácter del artista es muy fuerte, vive a concho y choca con muchas cosas. Un grupo musical es una extraña alquimia que a veces resulta. Tiene que haber un tronco que dé un alero sí: es mejor cuando un grupo se conoce desde pequeño, aunque para ver –por ejemplo- el caso de Los Prisioneros, hay que considerar otros elementos muy ajenos, gente de afuera que entra al baile. Lo común es que en los grupos se genere una normal codicia, que empiece a picar el bichito de hacer cosas solo, de que el centro eres tú, en fin, y se olvida de dónde saliste.
Ustedes han logrado sobrevivir a estas cosas...
Pancho: Hasta ahora, la verdad. Hemos tenido peleas como debe tener un buen matrimonio. Pero creo que la clave es trabajar, producir cosas nuevas, ensayar siempre, investigar. Un buen sistema para conjurar las arrancadas de tarro es nunca creerse el cuento. Saber que estás bien, pero jamás llegar a decir “después de nosotros, el diluvio”. Siempre hay alguien que te va a enseñar algo, sobre todo en música popular.
Tilo González, el compositor musical del grupo, dijo una vez a la prensa que la música de Congreso era “un pastel no conocido”, en el sentido de que la propuesta del grupo gusta “pero no sale en la tele”...
Pancho: Sí, creo que tanto a la tele como a la radio le hace falta la manera de educar a las personas. Y eso se puede hacer siempre en formatos divertidos, distintos, como -por ejemplo- presentar grupos antiguos con grupos nuevos, lo que sería una muy buena alternativa de mostrar que la música es un proceso y que se va renovando y repotenciando cada cierto tiempo. A la gente que está a cargo de la música en los medios le hace falta escuchar los discos completos, leer las letras, todo es muy superficial. En Congreso a veces tenemos unos guiños que van de canción a canción, de disco a disco, hay una doble risa, hay un ridiculizarnos o maravillarnos dentro de la misma producción, es cierto que se nos ha escuchado poco en los grandes medios. Pero, bueno, está bien, tampoco uno puede pretender “pucha, quiero ser masivo”. Claro que sería una maravilla, pero todo tiene sus afanes, el público, la vida, la creación... La música de repente tiene ese lado orillero que debe recorrer. En ese sentido, soy como una especie de sabio oriental, creyendo que las cosas deben suceder así. Pero, claro, por otro lado la gente a veces a uno le pregunta “en qué está Congreso que no sale en la tele”. Lo cierto es que la tele para perdurar necesita repetir muchas cosas y eso te hace ser claro en el sentido de mantenerte crítico al sistema, de saber sorprender y también sorprenderte, porque que si no las cosas dejan de tener su peso. Comparto la idea que tienen algunos músicos norteamericanos y europeos que piensan que lo que mató realmente a la música fue el video clip. El público se acostumbró a tener una visión casi oficial, a veces muy hermosa, de un tema que debiera imaginarlo. Cuando tú escuchas radio a veces ni conoces al cantante, pero a lo mejor la sola letra te permite soñar. O cuando te presentan en el cine “Crónica de una muerte anunciada”, que puede ser genial, pero no es lo mismo que leer el libro. La música compromete mucho la emoción y sobre todo la imaginación. Y la industria de los medios hoy genera repeticiones y etiquetas de lo que debiera ser la música popular, de construir una avenida por donde tiene que ir la música popular y si no anda por ahí, no corresponde.

¿Cómo ves Chile hoy?
Pancho: Es un país en el que todavía no nos hemos sentado a conversar. A lo mejor no tenemos tiempo para algo así. Todavía no nos damos cuenta de que todos somos parientes o conocidos. Hay una especie de explotación ciega, que todo tiene que venir de la economía y de una globalización mal entendida. ¿Cómo podría estar en contra de una globalización de todas las culturas, por ejemplo? Pero lo que no me gusta es esta globalización que, en la práctica, es una uniformidad transmitida por los medios de comunicación.. Nos falta algo muy, pero muy importante, como es conversar sobre la pregunta que no nos hacemos: desarrollo para qué... Somos un país muy joven. Para el Golpe de 1973 éramos unos ocho millones de habitantes y hoy somos más de quince millones. Chile es un país que no tiene que vender su alma al diablo.
Congreso ha pasado por diferentes épocas con diferentes integrantes, pero hay una marca que es Congreso, un sonido. Pero pasa también por diferentes épocas culturales chilenas, diferentes gobiernos, diferentes contextos. ¿Cómo han influido los contextos en la firma de ellos, cómo han respondido a los estos?
Pancho: Creo que en el caso de la música popular, siempre el contexto es muy importante. Los músicos o los artistas en general son como unos Vampiros Amorosos que andan al “cateo de la laucha”, a la búsqueda de las cosas que suceden alrededor de ellos y al interior de ellos. La idea de ir atrapando lo que ocurre en el caso de los temas que tenemos nosotros, si tuviéramos que resumirlo en términos letrísticos o de producción; algo que a mi me gusta mucho de una de las entrevistas que dio el poeta Tellier cuando dice “yo no escribo ni para el crítico, ni para mi, ni para ti, yo escribo solamente para la niña que nadie saca a bailar”. Creo que esa es la ética a la que nosotros nos dedicamos. Nosotros, siendo de provincia, siendo de pueblo, siempre pensamos que todos los hombres, de esta tierra o de cualquier tierra tienen derecho a estar en la tele, derecho a estar en un disco, cualquier historia, pero sobretodo las historias que están como en el borde de la fotografía. Hoy día son muy importantes los artistas, los futbolistas, los asesinos, en fin que aparecen en los medios de comunicación de masas y la gente cree que esa imagen es lo que son ellos. Nosotros pensamos que la gente que está en el borde es la que alguna vez va a ocupar el centro. La idea es que cuando esté en el centro, no se le olvide que alguna vez estuvo en el borde. Es entero, porque sino se transforma en amigo del día mismo. Entonces yo creo que las formas musicales del Tilo, de Fernando, de todos han de alguna manera esbozado lo que significa nuestro país, las discontinuidades, los cortes, los hachazos que ocurren cada cierto tiempo: la cotidianeidad que llevamos, el mal, la soledad pero a su vez lo urbano. Son una serie de temas que nos constituyen y que nos han hecho crecer. Y también el amor y el humor. Hay ocasiones en que nos reímos de canciones anteriores nuestras. Hay gestos que de repente donde uno se ríe de esta misma actividad también, el humor. Nosotros siempre decimos (suena a broma pero es verdad), que sobretodo los últimos 15 años hemos luchado por tener un hit, a ese nivel (risas)… todo el mundo se ríe, pero es verdad ’eon. La otra situación que a mi siempre e marcó y que salía en los discos antiguos de Le Luthiers, un grupo Argentino, respecto a que cuando uno se pone serio y dice que la “Música es Cultura”, ellos dicen “No, la música no es cultura compre libros”. Hay otros ríos con aguas más subterráneas de las cuales uno bebe pero esas quedan a lo que cada persona puede interpretar o reinterpretar. Nosotros hacemos una parte y el auditor o espectador funciona de otra manera. La mujer a la cual uno le cantó cuando tenía dientes, pelo y la cama estrecha, le puede servir a alguien que en ese momento tiene la cama amplia, mucho pelo y todos los dientes.
Raúl Aliaga: Yo en lo personal agradezco muchísimo el haber participado y, aunque se acabe ahora El Congreso (pifias), todo tiene su etapa, no creo que se acabe pero todo puede cambiar como siempre lo ha hecho, siempre se ha retroalimentado. Pero la experiencia vivida gracias a la herencia que han dejado todos los que están aquí, se demuestra un hecho importante: poder compartir distintas generaciones, reencontrarse de nuevo y trascender cualquier tipo de división, de estupidez. Creo que eso es lo más importante.
El Recital Todos Estos Años
Y el esperado día llegó, la Estación Mapocho se vistió de gala para la celebración. Las casi cuatro maratónicas horas que duró el poderoso recital de Congreso en la Estación Mapocho el viernes 17 de agosto de 2007 fueron un viaje inolvidable. No sólo hacia irremediable nostalgia, sino que –más importante aún- hacia la esperanzadora renovación, ya que se generó una alegre energía nueva que el asertivo grupo absorbió con mucha fuerza y sobriedad.
Fernando González y Pancho Sazo, tocando como en los mejores años.
Las emociones estuvieron a flor de piel, no por nada se reunieron sobre el escenario más de quince músicos importantes y talentosos que han sido el aceite de una máquina que no ha dejado de girar.Para quienes asistieron a este recital irrepetible, queda la sensación de haber estado en el lugar correcto, en el momento justo.
El grupo de la primera formación, en plena ejecución durante el recital.
Los 38 años de Congreso se festejaron de una manera poderosa e inolvidable, recorriendo con fuerza temas de todas las épocas (con especial mención a “Los maldadosos”, “El color de la iguana”, “Viaje a la cresta del mundo”, “Nocturno”, “En todas las esquinas” y –por supuesto- a “Hijo del sol luminoso” por citar sólo algunas) y poniendo en la mesa panes frescos, como fue el caso de los temas que van a formar parte de un nuevo álbum del grupo: la sibarita “¿Quién detiene este amor?” y la lúdica “Con los ojos en la calle”.
El grupo de la segunda formación, con Joe Vasconcellos en plena ejecución durante el recital.
Hubo recuerdos, hubo lágrimas (nada menos se puede pedir cuando se ven imágenes en una pantalla grande del fallecido y genial tecladista Jaime Vivanco), pero –sobre todo- hubo un público que colmó las instalaciones dispuestas en la vieja estación ferroviaria para derrochar y recibir mucha energía, lo que dio como resultado una noche potente, inquieta y –por demás- creadora. Sin duda que la cara de satisfacción de los asistentes al salir y de los músicos al bajar del escenario fue el corolario de una complicidad que se va a seguir escribiendo. Porque un recital de estas características estuvo muy lejos de ser un funeral, absolutamente por el contrario. Fue un signo del alma en gozo, ya que hay Congreso para mucho rato más.
De izquierda a derecha: Hugo Pirovich, Fernando González, Patricio González, Sebastián Almarza, Tilo González, Federico Faure, Jaime Atenas, Joe Vasconcellos, Ernesto Holman, Fernando Hurtado, Ricardo Vivanco, Raúl Aliaga, Pancho Sazo y Arturo Riesco.
Afiche Promocional del Recital "Todos Estos Años" para Viña del Mar y Concepción.
Esperamos la salida del CD/DVD que se la llamado "Con los Ojos en la Calle" y del cual ya presentaron un tema en los últimos reciltales.
El año 2008 ha traído varios recitales de gran factura como un de Julio en el Teatro Cariola, en Santiago de Chile. Vibrante, a todo dar, con un público repletando las butacas. Especial final tuvo el recital con una renovada versión del tema "Hay una Mirada", donde Pancho y Tilo generan una química digna de los más pasionales recitales rock and roleros.
Nota final es que Sebastián Almarza está siendo un gran aporte al grupo y en quien esperamos pueda desarrollar sus talentos de ejecución y composición en los nuevos trabajos.
Por su lado, Federico Faure se ha integrado bien al grupo, respetando la identidad de los bajistas anteriores y al sonido recreado de los temas clásicos. Obviamente, estamos atentos a que logre encontrar su veta creativa e identidad propia dentro de la Banda.